EB (26-05-13).- El 27 de mayo de 1812 se escribió una de las páginas más heroícas y sublimes a la vez: Ese día, cientos de valerosas mujeres cochabambinas sellaron con su sangre la voluntad de libertad e independencia que recorría los caminos de América Latina, región que el poder colonialista europeo había sometido a un sistema de explotación infrahumana, muerte y genocidio que permitió el saqueo de nuestras riquezas.
La historia señala que tras los levantamientos revolucionarios de Chuquisaca, La Paz y Oruro —a partir de 1809—, Cochabamba siguió el ejemplo independentista con el fin de derrotar el dominio español. En ese marco, tras la sublevación reprimida de Sipe Sipe, el español José Manuel Goyeneche emprendió camino hacia la Argentina con el fin de invadir sus provincias y apagar el fuego revolucionario que se había iniciado.
Con lo que no contaba es con la nueva insurrección que se produjo tras su salida del Alto Perú. No obstante y tras enterarse de la nueva rebelión, Goyeneche retornó a Cochabamba y enfrentó a los patriotas encabezados por Esteban Arze, a quienes derrotó el 24 de mayo de 1812.
Tres días después, Cochabamba fue tomada pese la resistencia heroíca de las mujeres cochabambinas en la colina de San Sebastián, mujeres que al ver cómo morían sus esposos, hermanos y padres, no dudaron en ir a defender la patria encabezadas por la ciega Josefa Gandarillas.
En esta colina —hoy conocida como de la Coronilla— cientos de mujeres murieron a manos de las fuerzas realistas. En homenaje a ese valor demostrado aquel 27 de mayo es que hoy se recuerda esa fecha como el Día de la Madre boliviana, conmemoración que fue confirmada a través de una ley del 8 de noviembre de 1927. Desde esa fecha, cada 27 de mayo, cada boliviano, sin importar dónde esté, sonríe y festeja al ser que le dio la posibilidad de estar vivo.
Agradecidos por el milagro de la maternidad.
Cuando somos niños, la mejor sensación que podemos experimentar es la protección en el regazo de nuestra mamá; las peores aflicciones se alivian con sus besos; su paciencia y sabiduría son lo mejor para ayudarnos con las tareas escolares; cualquier herida o rasmillón se curan entre reprimendas, caricias y recomendaciones. La madre es el ser más parecido a Dios porque crea vida, la fortalece y la preserva por encima de todo. Son días hermosos aquéllos en que llegas a verla y ella siempre te espera y recibes sus besos como bendiciones de Dios.
Fuente: EducaBolivia
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