Ramon Rocha (17-09-13).- Todas las ideologías nacionales se originaron en Cochabamba. Desde Mariano Baptista Caserta para el Partido Conservador, no hubo tendencia que no se originara en Cochabamba, con excepción quizá del núcleo del Partido Liberal, que fue una opción paceña, aunque hubo acá un gran semillero, diríamos, anarcoliberal, en la revista Arte & Trabajo, que dirigía Cesáreo Capriles, y donde escribían Adela Zamudio, Man Césped, Augusto Guzmán, José Antonio Arze y Carlos Montenegro, entre otros.
Precisamente Rodolfo Montenegro fue un humorista y periodista excepcional, muy citado en la biografía de Man Césped escrita por Mariano Baptista Gumucio y muy amigo de Adela Zamudio. ¿Era hermano o tío de Carlos Montenegro? Tío tal vez, pero tenía la chispa del gran Fiero, que fue ideólogo del MNR, como Únzaga lo fue de la Falange, José Antonio Arze y Ricardo Anaya fueron introductores del marxismo en Bolivia; Augusto Céspedes, genial fustigador de la Gran Rosca; Sergio Almaraz, dedo acusador de la Nueva Rosca y defensor de los recursos naturales, como lo fue René Zavaleta, teórico nacional-popular, y Marcelo Quiroga Santa Cruz, ideólogo del Partido Socialista.
Un tiempo parecía que perdiéramos vigencia, porque los ajustes estructurales del neoliberalismo vinieron hechos como una doctrina globalizadora y mundial; pero la fuerte migración de la pobreza en el trópico cochabambino fue constituyéndose en el discurso hegemónico antineoliberal debido a la bravura de sus mujeres, de los comités de autodefensa y de los dirigentes de la seis federaciones, que iban a perderlo todo, cocales, tierra y territorio e iban a ser erradicados ellos y no sólo los cocales, según denunciaron sus dirigentes, para entregar el trópico a ocho agroindustriales millonarios.
Quizá el modelo no admitía agroindustriales bolivianos, sino apuntaba más bien al capital transnacional, pero nada de eso ocurrió porque ese discurso antineoliberal se volvió nacional, incorporó otras reivindicaciones como la del gas y la defensa de los recursos naturales, la tierra y el territorio y hoy hace ocho años que es hegemónico en Bolivia.
La pregunta es ¿dónde nació? En Cochabamba. En el agro cochabambino, no así entre la clase media urbana, que en el pasado tuvo una fuerte influencia de Falange y del PIR e ignoró olímpicamente la revolución del 52 como si nunca hubiera ocurrido.
Ese discurso antineoliberal no nació de los núcleos intelectuales cochabambinos, como ocurrió en 1928, cuando Carlos Medinaceli llegó a la Primera Convención de Estudiantes y deploró que los potosinos trabajaran en oscuros oficios burocráticos mientras los universitarios cochabambinos, hijos de hacendados, se dedicaban a la lectura y la escritura, a la preparación intelectual y a los viajes de formación por Europa, muy conscientes del prejuicio colonial de que el trabajo físico (en realidad el trabajo en general) está reservado a artesanos, pongos y mitanis, mientras que un caballero de buena familia no puede mancharse los guantes (que no las manos) sino con oficios públicos de ministro, diplomático, periodista de opinión o catedrático.
En ese discurso antineoliberal no participaron los intelectuales de la clase media urbana con el vigor y la personalidad con que antes lo hacían los más conspicuos cochabambinos. Pero es un discurso nacido en Cochabamba, y así fuera sólo por eso, debería llenarnos de legítimo orgullo.
Fuente: Los Tiempos
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