Ips (26-11-12).- "Atispa mana atispa ñawpajman rinanchis tiyan" ("Poder sin poder, tenemos que seguir adelante", en quechua), dijo como despedida a sus oyentes Ruth Rojas, al cerrar una serie de programas radiales sobre cultura política dirigidos a indígenas bolivianas.
Desde la pequeña cabina de radio Ecológica, en el municipio de Cliza, ubicado en uno de los valles característicos del departamento central de Cochabamba, cuatro mujeres de generaciones diferentes provocan el debate y reflexionan sobre tópicos vinculados a la política y a sus derechos.
Hablan sobre el ejercicio de la democracia, el control social, la equidad de género, la legalidad y temas similares, siempre desde su vivencia como mujeres de esta región.
Experiencias similares se repiten desde otras radios comunitarias, por los valles de esta región de la ladera oriental de la cordillera de Los Andes, eminentemente agrícola y subdividida según su altitud en valle alto, central y bajo.
Por toda Cochabamba, mujeres que no pasaron por escuelas de locución ni producción radial usan las ondas para informar y formar a otras, así como para promover cambios en sus comunidades.
Todas saben por propia experiencia que la radio es el mejor medio para llegar a las mujeres de sus comunidades, a sus hogares, donde es impensable la televisión por falta de electricidad y menos los periódicos por las distancias.
En Bolivia no hay un registro del total de radios comunitarias y sectoriales (mineras, sindicales, campesinas), porque la mayoría tienen escasa cobertura, son artesanales y operan sin licencia. Pero se estima que existen al menos 2.000 de estas radioemisoras.
Su impacto en las localidades rurales y periburbanas a las que alcanzan sus ondas es indiscutible, gracias a su programación en quechua, aymara o guaraní, las tres lenguas más habladas por los 36 grupos etnolingüísticos de Bolivia, donde más de 60 por ciento de sus 10,6 millones de personas se declaran indígenas. Hay áreas donde existen programas bilingües o trilingües.
La red comunitaria más extendida es Educación Radiofónica de Bolivia (Erbol), vinculada a la Iglesia Católica y cuya prioridad es la promoción social.
Durante 21 domingos, Trifonia Tordoya, de 63 años, dirigió un programa de dos horas en vivo y en quechua, junto con sus hijas Ruth y Tania Rojas, maestras de 25 y 30 años respectivamente, y su nieta Madeleine Pereira, de13 años.
El nombre del programa fue ya una declaración de intenciones: "Wakichikuy wasiyuj allin kawsayta tarinapaj" ("A prepararse para el buen vivir", en quechua).
Tordoya contó en quechua a IPS en los estudios de radio Ecológica, tras concluir el último programa, que este fue fruto de su inquietud por la participación de las mujeres en la organización productiva de su comunidad.
Ella y otras lideresas participaron en el programa "Cultura política y diversidad cultural: Empoderando ciudadanía en poblaciones quechua hablantes de Perú y Bolivia", que en este país ejecuta la organización no gubernamental Ciudadanía: Comunidad de Estudios Sociales y Acción Pública.
El objetivo del proyecto es el de recuperar sus saberes para promover un diálogo político intercultural y fortalecer una democracia de las mujeres.
Durante tres años, lideresas de 20 organizaciones comunitarias rurales de los valles de habla quechua de Cochabamba trabajaron en la construcción de sus propios conceptos y sus definiciones, a partir de su vivencia.
Finalmente, escogieron 19 elementos, entre ellos: democracia, legitimidad, legalidad, autonomía, derechos, violencia de género, exclusión, discriminación, transparencia, corrupción y justicia, explicó a IPS la coordinadora del programa, Olivia Román.
"No sabíamos qué era exclusión. Nos preguntábamos entre nosotras qué significaba esa palabra que en quechua no existe. Luego, entre todas, construimos una definición para ese concepto", recordó Tordoya.
Ella asistió a los talleres con su nieta Madeleine, en ese entonces de 10 años, para que le tomara apuntes, porque escribe y lee con dificultad, ya que solo cursó cinco años de educación primaria. Tras ser abandonada por su marido, crió sola a sus seis hijos, gracias al cultivo de una pequeña parcela.
Ninguna definición fue fácil. "¿Género? Eso para nosotras era solo una tela. Habíamos escuchado esas palabras en español, pero no sabíamos exactamente qué querían decir. Así que debatimos y los definimos en quechua", destacó Norah Claros, otra participante en los talleres.
Decidieron llamarlo "qhari-warmi" (hombre-mujer), porque en la cultura quechua la base es la complementariedad y paridad de los opuestos, y establecieron como su signficado: "Hombres y mujeres tienen los mismos derechos, capacidades y forma de vida, eligiendo y siendo elegidos, ayudándose entre ambos en el trabajo y la vida".
El siguiente paso fue difundir esos conceptos entre las demás mujeres y promover su ejercicio cotidiano, porque concluyeron que, por desconocimiento de su significado, no son derechos exigidos ni practicados.
Unas participantes plantearon realizar programas radiales; otras, talleres, sociodramas, cuñas radiales, entre otros. Tordoya propuso un programa radial, la iniciativa prosperó con el apoyo de Ciudadanía y decidió involucrar a sus hijas y su nieta mayor.
Las cuatro mujeres de Villa El Carmen, una comunidad campesina de Cliza, manejaron inicialmente un concepto en cada uno de los primeros 15 programas dominicales en vivo. El gran interés de la audiencia impulsó un segundo ciclo de seis.
Las cuatro dijeron a IPS que lograron su objetivo: llegar a los hogares de las comunidades del valle alto e interpelar a las autoridades locales sobre los derechos de las mujeres y el ejercicio de la democracia.
"La audiencia aumentó durante el programa, con mucha participación de la población a través de llamadas telefónicas, así que ampliamos su duración a dos horas y se hizo otro ciclo", dijo a IPS el director y propietario de la emisora, Roger Araoz.
"Los oyentes llaman y piden que ellas continúen porque explican bien los derechos de las mujeres y hacen críticas positivas a las autoridades", dijo. La radioemisora integra la red Erbol, llega a toda el área rural del valle alto y está ubicada en el casco urbano de Cliza, a 37 kilómetros de la capital de Cochabamba, de igual nombre.
"La señora Trifonia es conocida y respetada, participaba en otros programas o venía hasta los estudios a plantear problemas de la comunidad, por lo que cuando surgió la oportunidad del programa, le dimos el espacio sin pensar", expresó Araoz.
Tania y Ruth Rojas coindicen en que el criterio general, no solo en su comunidad, es que las mujeres no saben pensar y no deben participar en política o ser parte de la toma de decisiones, por lo que se sorprenden de que cuatro mujeres hablen con propiedad de esos temas por los micrófonos.
Ambas agradecen a su madre haberlas involucrado en el programa, porque les permitió a ellas mismas saber que tienen derechos y aprender a ejercerlos, lo que antes no tenían claro pese a ser educadoras.
Más importante, sirvió para que muchas mujeres quechuas conozcan esos derechos y los exijan en sus hogares, en sus comunidades y en la sociedad.
Madeleine Pereira asegura que todo lo aprendido en los talleres y en el programa "lo trato de poner en práctica en la escuela y enseño a mis compañeras que tienen derechos"
Fuente: IPS
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