PO (21-04-13).- Si llenar el teatro Achá o el estadio departamental es el sueño consagratorio para varios grupos locales de diverso género, para los que ejecutan la cumbia huayño es actuar en Los ExDuraznitos. Oficialmente llamado Ave de Cristal, este popular salón de conciertos y baile se ubica en el kilómetro cuatro y medio de la avenida Blanco Galindo, que comunica Cercado con Quillacollo. Sólo atiende los domingos desde el mediodía, cuando se empiezan a vender platos típicos, para más tarde ser sede de las presentaciones de grupos como Las Consentidas, Las Sabrositas y Las Traicioneras del Amor, siempre acompañadas por bandas de varones como Los Ronisch o Las Águilas de América.
Abelina Villarroel, dueña de este galpón de casi cuarta manzana, define así a su público: “la mayoría son obreros y trabajadoras del hogar que trabajan toda la semana y vienen acá a divertirse el domingo”.
Acceso
Pero, a no engañarse, no por popular el esparcimiento sale barato. Incluso se puede decir que el acceso al boliche es más caro que en muchos de la acomodada zona norte de la ciudad. La entrada, dependiendo de los grupos, cuesta entre Bs 25 y 30. Los platos de comida andan por los Bs 50, la cerveza cuesta 15 y el balde de guarapo 30 (no se venden otras bebidas alcohólicas). Vale decir que quien quiera pasarla del todo bien debe tener en los bolsillos, incluyendo pasajes, al menos Bs 100 - casi la décima parte del salario mínimo nacional para un solo día y eso si es que uno va solo-. Fracciones de ese dinero van para las agrupaciones que, precisó la dueña, cobran entre Bs 2.000 a 2.500 por casi dos horas de espectáculo, “aunque los más conocidos llegan a cobrar más y en dólares”.
Por fortuna para nuestras arcas, los periodistas llegamos a los ExDuraznitos en un domingo en que no se pagaba entrada. Y además cenamos antes. Solidarizándose con una tempranera campaña navideña de una red televisiva, en agosto pasado, media docena de grupos de cumbia huayño, Las Únicas y Las Caprichosas en medio de la cartelera de otros consagrados, decidieron cambiar su arte por un juguete como ingreso.
Vuelan enaguas
Cerca de las 20.00 horas, Las Luceritas comenzaron a calentar una todavía tímida pista de baile, en la que incluso se veía deambular a familias enteras y a parejas yendo a comprar sus cervezas -la gran mayoría toma en el local el licor de cebada y no el guarapo-. Al son del estribillo “Mi pobre corazón se enamoró de ti”, cuatro alegres jóvenes que zapateaban hicieron volar por los aires sus polleras, dejando al descubierto enaguas blancas que, sobre todo, muchos varones comenzaban a mirar con algo de disimulo. Empezamos por ello a pensar que Abelina Aguilar tenía razón cuando rato antes nos dijo, consultada sobre el éxito de su boliche que llega a acoger más de mil personas cada domingo: “A la gente le gusta la zapateada, la vestimenta de blusas y polleras cortas”.
El ritmo y simpatía de las Luceritas, apoyadas por un animador que incitaba todo el tiempo a moverse, dio sus primeros frutos. Decenas de parejas -una buena parte de mujeres también luciendo polleras, mientras los hombres vestidos con poleras de fútbol, jeans y zapatillas deportivas- salieron a la pista para bailar. Tras media hora de cumbia huayño y estribillos como “Tú me quieres, yo te quiero”, terminó el show de Las Luceritas.
Estallido total
Tras bambalinas -no hay camerinos en el boliche- ya se podía ver a las famosas Las Consentidas y Los Solitarios alistándose para subir al escenario. Era uno de los platos fuertes de la noche y así entendió el público que aprovechó el receso para aprovisionarse de más bebida. “¡Arriba las solteras!” exclamó el nuevo animador, dando curso al estallido de alegría y baile, ahora sí masivo, en una pista en la que, como enseñados, miembros de fraternidades, varios colectivos juveniles coordinaban sus pasos de zapateo. “Hojita verde de la coca” cantaron Las Consentidas, calentando más el ambiente en el que no se percibía nada del frío exterior -donde llovía-. La promesa del regalo de discos que eran lanzados desde el escenario avivaba el clima de fiesta, una fiesta en a la que, también ayudados por algo de guarapo, los periodistas decidimos unirnos, aunque moviéndonos tímidamente entre la multitud que constantemente aplaudía a sus estrellas.
Discos e identidades
Con la experiencia de más de 600 discos grabados desde 1995, Carmelo Gutiérrez, director de la productora cochabambina CG Records, es una voz autorizada para hablar de la música popular boliviana y de la cumbia huayño en particular.
Gutiérrez manifiesta que su empresa comenzó a experimentar con el género hace más de cinco años, inicialmente tomando como base grupos potosinos y luego con agrupaciones “de cholitas”, como por ejemplo los liderados por Flora Cortés y Julia Irigoyen.
“Había la duda -cuenta el director- de que si la gente iba a aceptar que al huayño se aumente una batería, sobre todo porque varios artistas de Norte Potosí eran muy conservadores. A pesar de eso hicimos una prueba, nos dimos cuenta de que el sonido era diferente porque el ritmo era más bailable, entonces hubo una aceptación inmediata de las cholitas. En las próximas producciones entonces introdujimos el teclado”.
Gutiérrez señala además que hubo un cambio de paradigma de la identidad que asumieron las cantantes y bailarinas, pues en principio a sus estudios llegaban muchas señoritas “para hacer producciones de cumbia, pero les recomendé grabar música de cholita para nuestro mercado. Se dieron cuenta y regresaron. Ahora son cotizadas en las fiestas.
Un gran festival institucionalizado
Más de cinco mil almas que vibraron al ritmo de la cumbia huayño de casi una veintena de agrupaciones reunidas en el I Festipollera 2011, terminaron por convencer a los organizadores del festival, la Gobernación de Cochabamba y la Asociación Departamental de Músicos, que la iniciativa debe realizarse cada año.
La primera versión del acontecimiento se desarrolló el mes de octubre en el estadio “Félix Capriles”, donde los grupos compitieron en varias categorías ante un entusiasta público que asistió masivamente al escenario deportivo.
Canciones de amor y a la tierra en quechua y español, el tradicional zapateado y la simpatía de las jovencitas, cautivaron a los asistentes, que vivieron una experiencia similar el año pasado.
Pero, más allá del despliegue artístico, el éxito de reivindicación de identidades motivó a los organizadores a institucionalizar la actividad. “La Asamblea Departamental ha determinado que cada 12 de septiembre, antes de la Serenata a Cochabamba, se llevará a cabo el Festipollera, donde las participantes, al margen de demostrar sus destrezas en el baile, canto y otros, prepararán una canción en homenaje a la efeméride departamental”, dijo el asambleísta departamental Marco Carrillo, agradeciendo a las participantes por “revalorizar la música tradicional”.
El presidente de la Asociación de Músicos, Rolando Quinteros, manifestó por su lado que el Festipollera fue el “mayor logro” de su institución, y que consolidó a Cochabamba, con cientos de grupos de cumbia huayño, como el “semillero” del género que tiene, sin embargo raíces en Potosí. “Se ha dado gran cobertura al festival en los medios de comunicación, por ejemplo en la televisión urbana, lo cual era antes impensable. Muchos pensaron que este género se iba a perder, pero no hace más que fortificarse, prueba de ello son los 37 grupos afiliados a nuestra organización” enfatizó.
“Como asociación -acotó- intentamos rescatar a este género de música para realzar la cultura de la pollera, vemos con beneplácito que la pollera está volviendo”.
Fuente: Opinion
No hay comentarios:
Publicar un comentario