LB (13-08-12).- La voz de Franz Tamayo dando un discurso el 6 de agosto de 1941, Gualberto Villarroel tomando juramento y hablando como nuevo presidente de la República, Víctor Paz Estenssoro cuando era ministro de Hacienda de Villarroel y las discusiones y debates de los diputados y senadores que no quedan registrados en los documentos escritos. Cientos de voces de personalidades de la historia política del país han quedado guardadas en el archivo sonoro que tiene la Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional (Bahalp) y que junto con la documentación impresa y manuscrita que posee convierten a la instituciones en uno de los principales guardianes de la memoria histórica de Bolivia.
El próximo mes este importante centro de documentación cumplirá 101 años de su creación y el primer centenario de su apertura al público. Recorrimos sus instalaciones para conocer algunos de sus tesoros.
La biblioteca y archivo se encuentra en el subsuelo del edificio de la Vicepresidencia, que está ubicada entre las calles Ayacucho y Mercado de la ciudad de La Paz. En ese edificio de principios del siglo XX funcionó por primera vez el Banco Central de Bolivia y en sus antiguas bóvedas se encuentran las instalaciones de la Bahalp.
Las cajas de seguridad que antiguamente guardaban los lingotes de oro y reservas monetarias hoy guardan otras riquezas “Que son más valiosas que el mismo oro o cualquier otra joya, porque constituyen la memoria de la nación. Por ejemplo, aquí se conservan las actas originales de la primera Asamblea Constituyente de 1826, cuando se definió legalmente la estructuración del Estado boliviano”, afirma orgulloso Luis Oporto Ordóñez, director de la institución y que nos hace de guía entre libros de la época colonial con encuadernaciones hechas de cuero de becerro recién nacido, los que eran sacrificados para ese fin.
Los estrechos pasillos y vitrinas de la biblioteca y archivo también guardan un ejemplar de 1681 de las leyes que normaron la vida en América durante la colonia española y un curioso libro de las sesiones secretas de la Asamblea de Representantes que se reunió en Sucre en julio de 1825 para definir los destinos de lo que era la Real Audiencia de Charcas. Allí se encuentran los entretelones y argumentos que se esgrimieron para anexarse a Perú, a las Provincias Unidas del Río de la Plata o declararse un Estado independiente. Además cuentan con un facsímil del testamento de Bolívar, de Francisco de Miranda y otros protagonistas de las luchas independentistas. “Si alguien quiere hablar de la Guerra de la Independencia y no viene a investigar en esta biblioteca, créame que está omitiendo información muy importante”, asegura Oporto.
Pero si ahora la biblioteca y archivo es un referente para los investigadores se lo debe en gran parte a la iniciativa del senador Moisés Ascarrunz Peláez, que a princpio del siglo XX impulsó la creación de una biblioteca que documentara la acción política y legislativa del país y proporcionase información sobre jurisprudencia. El Congreso Nacional dio el visto bueno y contribuyó con un fondo bibliográfico de 5.000 obras.
Con el tiempo ese fondo se fue enriqueciendo con una hemeroteca que está entre las más completas del país. Allí se encuentra desde el periódico Iris de La Paz, que fue editado durante el gobierno de Andrés de Santa Cruz (1829-1839), hasta los que se siguen publicando a diario en todo el país.
Pero sin duda que el papel de la Bahalp no ha sido únicamente el de receptora de bibliografía, sino también el del registro de las sesiones públicas del Congreso en sus dos cámaras (de Diputados y de Senadores). Una tarea que en un principio se hacía de manera escrita sintetizando las ideas que exponían los parlamentarios. Un secretario y un redactor plasmaban los discursos en los manuscritos, pero a partir de los años 40 se incorpora el registro sonoro de los debates parlamentarios, los que se hacían en discos fonográficos y de los cuales han quedado más de 4.000. Verdaderas joyas que requieren de manera urgente una transcripción a formatos más modernos para su conservación. Posterior a los discos se la realizó en cinta magnetofónica de las cuales hay más de 8.000. Posteriormente no solo se grabó la voz, sino también las imágenes y en la actualidad ya se han incorporado los registros digitales. “La sociedad solo conoce la ley promulgada, pero desconoce ese espíritu del legislador que está plasmada en estos encendidos debates parlamentarios para justificar una ley o desestimarla. En ellos están la expresión de los intereses políticos, de grupo y empresariales. Si se quiere, es la historia íntima de la labor parlamentaria la que esta registrada en estos archivo”, indica Oporto.
Lo importante también es que todo ese rico acervo puede ser consultado no solo por especialistas, sino por el público en general.
Fuente: Literatura en Bolivia
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