martes, 30 de octubre de 2012

Sin censura con Koichi Fujii

PO (28-10-12).- El Gobierno lo invitó a dirigir la Academia Man Césped hace 15 años y desde entonces le paga el sueldo de un profesor interino, pese a ser licenciado. Gana 1.600 bolivianos como director. Hace más de 10 años donó 300 mil dólares a la Academia.

Temor, odio, afecto, admiración, devoción. Estos sentimientos inspira Koichi Fujii –un hombre estricto y muchas veces irascible–, que ha sido obligado a pulir su carácter desde pequeño por un padre implacable, a la vez solidario, que quería que fuera el mejor comerciante de Japón. Su progenitor era un reconocido empresario de Osaka, la tercera ciudad más grande de ese país asiático.

Influido quizá por su religión (el budismo –fe en el ser humano–), este hombre, de estatura baja, cabellera siempre larga, esconde detrás de su sobriedad una enorme sensibilidad por lo humano. Pelea día a día para que los alumnos que llegan a la Academia Nacional de Música Man Césped, la institución que dirige desde hace 15 años, sean perseverantes, disciplinados, responsables, honestos, colaboradores.

Pero lo que con frecuencia le hace perder los estribos es cuando siente que su alumno le miente o busca excusas. No deja pasar las excusas ni cuando se trata de él. Si no fuera así, su cuenta personal no hubiera quedado en cero después de donar 300 mil dólares a la Academia.

Cuando asumió el cargo, él dio su palabra de sacar adelante a la institución y al percibir que el Gobierno no iba a cumplir su promesa de darle su total apoyo, entregó todo su dinero para el Proyecto de Reestructuración de la Academia. Eso ocurrió hace más de 10 años.

Koichi ha convertido a la Academia Nacional de Música, que en septiembre pasado fue declarada Patrimonio Cultural e Inmaterial del Estado Plurinacional de Bolivia, en el mayor centro de formación musical del país, por su infraestructura y su programa académico. Y por su filosofía.

El profesor abrió a “Opinión” su corazón, su alma, en una conversación a su estilo: franca.

La Academia Man Césped es ahora Patrimonio Cultural del Estado… ¿qué significa eso para usted?

Agradezco a las personas que han impulsado esta ley, aunque nosotros nunca lo hemos pedido. La ley es muy buena, porque dice que las autoridades deben apoyar a la Academia. Espero que cumplan.

¿Y qué apoyo necesita ahora?

La Academia tiene capacidad para 700 alumnos, pero tenemos 500, porque sólo contamos con 30 docentes. Necesitamos unos 20 ítems más para atender la demanda de la población. De los 30 profesores, 27 son interinos.

¿Interinos?

El Ministerio de Educación, a través del Seduca, prohíbe desde este año tomar músicos expertos obligándonos a contratar normalistas que no están capacitados para enseñar materias específicas de nuestra institución.

¿Por qué normalistas?

Porque estamos en el rango de colegio fiscal.

Pero es una institución superior…

Lo es, y no se está cumpliendo el compromiso firmado entre Bolivia y Japón en 2006, que consiste en elevar el rango de la Academia al nivel de licenciatura. Ahora sólo dicen que están intentando, pero ya van seis años y no pasa nada.

¿Por qué es difícil darle el rango de licenciatura a la Academia?

La Ley "Avelino Siñani" garantiza el nivel de licenciatura en las instituciones de educación especializada en arte, pero ni la Academia "Man Césped" ni el Conservatorio de La Paz pueden hacerlo. En cambio hay universidades que abren la Carrera de Música sin tener ambientes, equipamiento ni plantel docente, y dan licenciatura.

Cómo estaba la institución cuando asumió el cargo, hace 15 años.

En ese entonces la Academia no me gustaba para nada. El edificio estaba deteriorado, el baño no tenía puertas. No había materiales, instrumentos.

¿Y el Gobierno lo apoyó?

Después de que me han posesionado hubo cambio de Gobierno. Entonces, las autoridades que prometieron apoyo ya no estaban. Las nuevas autoridades se desentendieron. Como hombre, cuando acepto un desafío, me incomoda echar la culpa a la situación y decir que “como han cambiado autoridades, ya no puedo hacer nada”.

Y puso plata de su bolsillo…

En 1997 justo yo estaba construyendo mi casa. He pedido a mi arquitecto que paralice la construcción y todo el dinero que tenía entonces lo he traído a la Academia para comprar instrumentos, partituras, equipamiento. También pagué sueldos.

¿Cuánto dinero dio a la Academia?

He gastado unos 300 mil dólares. De todo lo que doné, 100 mil dólares los recibí como herencia de mi madre y 200 mil dólares correspondían a los ahorros de mi juventud, desde cuando trabajaba con mi padre.

¿Fue un regalo?

Sí… En realidad, Koichi Fujii dio un préstamo al director Koichi Fujii. Pero cobrar un préstamo es muy complicado (ríe).

Parece que el director Koichi Fujii no le va a devolver a Koichi Fujii.

No tiene plata (risas).

Pero la Academia tendría que devolverle.

La Academia no tiene plata tampoco.

¿Cuánto gana como director?

Unos 1.600 bolivianos.

¿De qué vive Koichi?

Sólo con eso (1.600 bolivianos)

Pero tiene cuatro hijas…

Sí… pero por ejemplo en el colegio, dos de ellas tienen beca. El Colegio Alemán Santa María considera mi situación económica.

¿Y cuándo se enferman?

El hospital Viedma me atiende gratuitamente.

La visitadora social conoce mi dificultad económica. Además, muchos médicos no nos cobran un centavo ni a mí y ni a mis hijas.

¿Recibe más apoyo?

Principalmente de tres personas. Una es mi secretaria, que es como mi madre, porque se preocupa por mí. También una expresidenta de los padres de familia me ayuda.

¿Qué tipo de ayuda?

Me regala ropa, zapato, comida. No sólo a mí, sino también a mis hijas.

¿Alguna vez pasó carencias?

Sí, algunas veces, especialmente hace 10 años, cuando aporté todo lo que tenía, me faltaba comida. Entonces, algunos papás y mamás de la Academia me traían comida en bolsas. En ese momento, mis dos primeras hijas ya habían nacido.

¿Ahora tiene dificultades?

Ahora lo mínimo necesario siempre tengo.

¿Cuándo concluirá la construcción de su casa?

Mi casa se quedará ahí. Mínimamente necesito unos 200 mil dólares y para eso tendría que ganar la lotería. Imposible terminarla. Lo malo es que yo no me preocupo de la parte material.

“¿Lo malo?”

Es que para mí la parte material no es importante. Ahora sé que nunca se va a hacer mi casa. Si me preocupaba de eso, nunca hubiera donado. Obviamente, no es cómodo vivir en una casa medio construida, hay mucho peligro.

¿Sus hijas no le reprochan el haber regalado tanto dinero?

Nunca, porque ellas entienden mi filosofía.

¿Ellas conocen Japón?

No, porque no tengo dinero para llevarlas.

¿Hablan japonés?

Muy poco. Como yo estoy en la Academia, no tengo oportunidad de hablar el idioma con ellas. Si su madre fuera japonesa, tendrían más posibilidades de hablar el idioma. Todas están en la academia Man Césped. Tienen 15, 14, 10 y 8 años.

¿En algún momento regresará a Japón?

Como soy el mayor de los varones, tengo la responsabilidad de cuidar la tumba de mis papás, como es costumbre en mi ciudad.

Si no puede ir a cuidar la tumba de sus padres… ¿qué pasará?

Cuando muera, mis cenizas irán a Osaka. En realidad, no me interesa mucho eso. Este mundo es muy pequeño, no hay mucha diferencia entre terminar encima del Illimani o en la laguna Alalay. Pero una cosa sí es importante. Cuando me muera, mis hijas no deben dejar que usen mi nombre para nombrar calles o que me hagan estatuas.

Sabe que su carácter es fuerte

¿Koichi lloró alguna vez?

Jamás lloro.

¿Ni cuando murió su madre?

Nunca. La reacción sobre la muerte depende de cada cultura. En Japón hay algunas regiones donde hacen fiesta cuando muere una persona.

¿Jamás derramó una lágrima?

Mi lágrima sale cuando mis alumnos tocan muy bien. Cuando se me presenta alguna cosa hermosa, salen lágrimas de emoción. Cuando tengo problemas, no lloro.

¿Y cómo reacciona cuando un alumno se equivoca?

No me calienta el error, lo que me hace explotar es que después de eso viene la mentira.

Eso le ha traído problemas…

Siempre, aunque ahora mucho menos. Ya tengo 60 años, entonces ya no tengo la energía de cuando tenía 40 años, o 38 años en La Paz. Ahora soy más tolerante y más comprensible.

¿Se excede, alguna vez, en su reacción con sus alumnos?

Sí. Todos los días estoy gritando, pero ellos intentan comprenderme. Cuando veo que los varones no luchan, siempre les digo “maricón”. Algunos se molestan, pero otros reaccionan para luchar.

¿Qué significa “maricón”?

Persona que no lucha, poco valiente, cobarde, aunque muchos me han dicho que no debo usar ese término como director de la Academia.

Fuente: Opinion

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