domingo, 2 de septiembre de 2012

22,1 millones de niños, niñas y adolescentes en la región no están en la escuela o están en riesgo grave de abandonarla

PU (31-08-12).- En América Latina y el Caribe hay aproximadamente 117 millones de niños, niñas y adolescentes en edad de asistir a la educación inicial, primaria y secundaria básica. Sin embargo, 6,5 millones de ellos no asisten a la escuela y 15,6 millones concurren a ella arrastrando fracasos y señales de desigualdad expresadas en dos o más años de desfase grado-edad o rezago escolar.

Esta es la información principal del informe Completar la Escuela. Un Derecho para Crecer, un Deber para Compartir presentado hoy por UNICEF y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) por medio de su Instituto de Estadística (UIS).

En las recientes décadas, los sistemas educativos de América Latina y el Caribe se han ampliado para recibir a una enorme mayoría de niños, niñas y adolescentes. También se han lanzado iniciativas regionales como el proyecto Metas Educativas 2021: la educación que queremos para la generación de los Bicentenarios lanzada en el 2010 y cuya finalidad última es mejorar la calidad y la equidad en la educación para hacer frente a la pobreza y a la desigualdad y, de esta forma, favorecer la inclusión social.

Sin embargo, todavía quedan muchos bolsones de exclusión, actuales o potenciales: niños y niñas que ingresan tarde al sistema educativo, que fracasan reiteradamente, que no encuentran experiencias pedagógicas que les permitan desarrollar sus capacidades y que viven situaciones de discriminación. El mensaje que quiere trasmitir el título del informe, Completar la Escuela. Un Derecho para Crecer, un Deber para Compartir vuelve a plantear la meta del cumplimiento de todos los derechos educativos de la infancia y a la vez, insiste en la necesidad de actuar en forma cooperativa y eficaz para lograrlo.

En la elaboración del informe se comenzó reconociendo los perfiles de los grupos más afectados por la exclusión escolar. Luego se identificaron las barreras que obstaculizan la educación sostenida, oportuna y plena de estos niños, niñas y adolescentes. Finalmente, se propusieron estrategias para abordar estas problemáticas. El enfoque metodológico adoptado supone un proceso innovador para la región, debido a que identifica los perfiles de sujetos excluidos de manera previa a la detección de barreras. Este abordaje descarta que los perfiles sean causales de la exclusión y fija la mirada en las barreras de la oferta educativa, a diferencia de otros análisis e interpretaciones de la última década, que se han concentrado sobre todo en los problemas de la demanda educativa.

Cinco dimensiones de exclusión

En el marco del informe se determinan cinco dimensiones de exclusión, es decir, cinco posibilidades de estar hoy o mañana fuera de la escuela y del mapa del recorrido escolar.
  • Dimensión 1: niños y niñas en edad de asistir a la educación inicial que no están en la escuela inicial o primaria.
  • Dimensión 2: niños y niñas en edad de asistir a la educación primaria que no están en la escuela primaria ni secundaria, distinguiendo entre aquellos que nunca acceden a la escuela primaria, accederán en forma tardía, o han participado de ella por un tiempo restringido y abandonaron sin finalizar el nivel completo.
  • Dimensión 3: niños, niñas y adolescentes en edad de asistir a la educación secundaria básica que no están en la escuela primaria ni en la secundaria.
  • Dimensión 4: niños y niñas que están en la escuela primaria pero que están en riesgo grave de abandonar.
  • Dimensión 5: niños, niñas y adolescentes que están en la escuela secundaria básica pero que están en riesgo grave de abandonar.
El informe destaca que los niños, niñas y adolescentes indígenas, afrodescendientes, con discapacidades o que viven en zonas rurales están en mayor riesgo de exclusión o rezago escolar. Los datos analizados demuestran que, en algunos países, la asistencia de la población en edad de estar en la secundaria alcanza a menos del 50% en las zonas rurales. También evidencian una clara vinculación entre la condición del trabajo infantil y la asistencia a la escuela; los estudiantes de entre 12 y 14 años que trabajan, si bien muchos están escolarizados, muestran tasas de asistencia menores que los que no trabajan. Además, en algunos países los niños y niñas afrodescendientes atraviesan más frecuentemente situaciones de ingreso tardío y fracaso escolar.

El rezago escolar

El rezago escolar, cuando se genera y acumula, es un indicio o alerta previa de exclusión: hay estudiantes que cursan con uno, dos, tres y más años de atraso o desfase entre el grado escolar y la edad normativa para cursarlo.

Para algunos niños y niñas este proceso de desfase comienza en la educación inicial. Cursar la educación inicial en vez del primer grado es una situación compleja que padece el 11,6% de este grupo en edad de iniciar la educación primaria.

Esto tiene un doble perjuicio. Estos niños y niñas comenzarán inevitablemente la primaria en forma tardía y a su vez “ocuparán” las vacantes de otros niños de su comunidad que tienen edad de estar en educación inicial.

Los niveles de rezago detectados en la educación primaria indican que un conjunto importante de alumnos aún se encuentra cursando este nivel teniendo edad de asistir a la secundaria. La última información disponible indica que en la región cerca del 22% de los estudiantes de este tramo de edad aún no consiguió finalizar la primaria.

Al avanzar en la educación primaria y luego en la secundaria básica, esta situación de rezago incrementa la probabilidad de que el estudiante abandone la escuela.

Un deber para compartir

El informe revela que, en la región, la mayor parte de quienes se han ido tempranamente de la escuela han estado varios años escolarizados y acumulando distintas formas de fracaso escolar. Señala también que no se pueden alcanzar las metas de cobertura sin abordar este problema que termina expulsando tempranamente a los grupos más vulnerables de la escuela. Por ello, al momento del análisis y de la acción, los temas de cobertura y de calidad no se deben abordar de manera separada, sino que es indispensable alinearlos para alcanzar resultados positivos de inclusión.

La expresión “un deber para compartir” es una convocatoria para evitar el reparto de culpas entre sectores y en su lugar asumir colectiva y cooperativamente los esfuerzos que hay que realizar para garantizar el derecho a la educación. Los Estados nacionales y subnacionales, los organismos de financiamiento y de cooperación, las entidades sindicales docentes, los medios de comunicación, las familias, las comunidades y las universidades y centros de investigación no pueden mantenerse al margen y deben asumir sus responsabilidades para que el sistema escolar pueda cumplir con su misión de la mejor manera.

“La educación es clave para hacer frente a las profundas inequidades en nuestra región. Debemos trabajar desde todos los sectores para que todos los niños, niñas y adolescentes puedan completar la escuela” dijo el Director Regional para América Latina y el Caribe de UNICEF, Bernt Aasen. “Para conseguirlo es necesario articular los esfuerzos del sector educación con los que realizan los sectores de protección social, salud y nutrición, así como con las familias y comunidades. UNICEF trabaja activamente para que esta articulación sea una realidad.”

En sintonía con este diagnóstico, Jorge Sequeira, Director Regional de educación de la UNESCO, agregó que “la prioridad por elevar la calidad educativa de las niñas, niños y adolescentes, dotándolos de conocimientos pertinentes y relevantes, dándoles la posibilidad de desenvolverse de manera digna y con sentido de pertenencia a sus sociedades es un requisito esencial de nuestros sistemas educativos si es que aspiramos a universalizar la conclusión de esos niveles de educación.”

Una iniciativa global

El informe Completar la Escuela. Un Derecho para Crecer, un Deber para Compartir es parte de la Iniciativa Global por los Niños Fuera de la Escuela impulsada por UNICEF y el Instituto de Estadística de la UNESCO. Desde su lanzamiento a inicios de 2010, apunta a trabajar con 26 países realizando estudios nacionales, un panorama de cada una de las regiones, un estudio global y una conferencia mundial para movilizar recursos para la equidad. En América Latina y el Caribe, este proceso se tradujo en la producción de estudios de exclusión educativa a escala país en Colombia, Brasil y Bolivia, y en la construcción de este informe regional utilizando datos agregados para el resto de los países.

Informe Íntegro para descargar

Fuente: Prensa Unicef

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